martes, 18 de septiembre de 2007

No al nacional-llamazarismo ni a los conspiradores dentro del PCE

Llamazares ha decidido que va a ser el próximo candidato a las Elecciones Generales por Izquierda Unida. Lo ha decidido él solo, junto a su camarilla, sus incondicionales adeptos, que cada vez son menos, pero que estan provocando una situación en la coalición que acabará partiendola en dos, casi irremediablamente. Las expulsiones de comunistas se dan, ya no por cientos, sino por miles, de las filas de Izquierda Unida, en aquellas federaciones donde el llamazarismo se ha hecho fuerte a costa de éstas purgas.

Llamazares, "el ministro sin cartera" del Gobierno, el traidor anticomunista que en privado asegura que hay que acabar con el PCE, pero cuyo carné aún guarda en el bolsillo, no puede tener mejor destino que el PSOE, con Garrido y Rubalcaba. Es donde acabará, no sin antes destrozar lo poco que queda de unidad en la izquierda transformadora. Será el culpable de que en varias federaciones haya dos candidaturas de la dividida IU, la nacional-llamazarista, y la anticapitalista y republicana.

Desde que en el XVII Congreso del PCE éste decidiera volver a asumir sus tareas, a fortalecerse y organizarse, los militantes comunistas, aquellos que creen en su Partido, con sus luces y sus miserias, pero quienes llevamos con orgullo nuestra condición de militantes, ajenos a vendettas e intereses personales, estamos afrontando de nuevo un camino que estamos destinados a abrir. El camino de la transformación, de la unidad anticapitalista y de la República.

No dudamos que el PCE, impulsor en 1986 de Izquierda Unida, sigue creyendo en la necesidad de un movimiento político y social transformador y republicano, un proyecto del que no queda casi nada y que habrá que reconstruir o reinventar.

Los comunistas afrontamos el futuro cargados de optimismo, con la tarea ineludible de reconstruir nuestro Partido.

Hoy ciertos sectores, los que un día se vendieron a Llamazares, los que pensaban que sería un buen aliado para acabar con la actual dirección del PCE, los que llaman casposos a Paco Frutos, a Alcaraz o a Antonio Romero, pasan más tiempo conspirando que trabajando. Algunos jóvenes casposos y burócratas aún imberbes, Enriques y Virginias que piensan que "ha llegado su hora" pero que no se dan cuenta que el PCE ha enfilado la senda de la transformación y no es hora de nombres sino de trabajo. No echarán a Frutos, él se irá solo. Quienes, buscando un sillón o un cargo, arremeten contra la actual dirección del PCE no habrían sido capaces de dar la batalla contra Llamazares; lo demostraron cuando se vendieron a él. Conspiraciones y vendettas en la sombra, "planes" contra la dirección del PCE, boicoteo del trabajo y las iniciativas del Partido. ¿Dónde estaban los conspiradores durante las Jornadas que el PCE organizó sobre Vivienda? ¿Dónde están participando en el Manifiesto Programa? ¿Dónde están en los trabajos de la Plataforma Juicio a Aznar? ¿Dónde están apoyando el proceso constituyente republicano impulsado desde Andalucía? ¿Dónde están dando la batalla contra las expulsiones de comunistas? ¿Dónde están? Están dando la batalla a otros jóvenes que aún no se han hecho viejos. Están también bramando desde el organo de propaganda de una corriente interna del própio PCE creado "para dar la batalla a Frutos", afirmando que su Presidente Ejecutivo y su Secretario General prefieren cualquier opción antes que "abrir un proceso de transformación de la izquierda en España para construir la tercera república es otra que podría llevárselos a ellos también por delante". Lo que no dicen es que son quienes han impulsado el proceso constituyente en Andalucía. Lo dicen los que pactaron con Llamazares, los que ahora, perdidos, no saben qué senda tomar. Los que hoy se alían con la izquierda anti-PCE.

El Partido se reconstruirá, con trabajo militante, con esfuerzo, pero se reconstruirá, y se llevará por delante a quienes ven al Partido sólo como herramienta para ocupar un cargo. Esos no nos valen.

Militantes del PCE